La motivación la observo como una fuerza que suministra el estímulo necesario para llevar a cabo acciones o diligencias cargadas de significado para quien o quienes las despliegan. Algunos investigadores en esta materia hallaron factores, otros hallaron necesidades, otros encontraron expectativas, otros, jerarquías de necesidades, otros inequidad o equidad y otros autoeficacia y así por el estilo, no puedo negar esos hallazgos, pero tampoco puedo dejar de observar fuerzas; me inclino por dilucidar la motivación como fuerzas estimulantes y en ese sentido, considero que unas son las fuerzas que operan antes de que una acción se desencadene; es decir una es la fuerza del arranque, otras son las fuerzas que suministran el estímulo mientras la acción se encuentra en plena acción y otras son las fuerzas que conminan los esfuerzos, para que los fines de la acción emprendida, se traduzcan en realidades materiales.
Hay fuerzas que emergen del interior del individuo; son fuerzas de carácter intrínseco y son las fuerzas que aparecen antes de que la acción de desencadene. A ese tipo de fuerzas bien les cabe el nombre de fuerzas propulsivas o de impulsación: las fuerzas de impulso revisten características intrínsecas, son personales, recónditas, individuales y exclusivas, sirven para que el individuo confirme y ratifique el compromiso y la posibilidad de desplegar un esfuerzo en pro de lograr un fin o cometido, individual o colectivo, porque encuentran en dicho fin, beneficios y valores por los cuales vale el esfuerzo y la sobrecarga del trabajo; estas fuerzas se diferencian por su carácter propositivo para el individuo.
Una vez que las acciones fueron desplegadas por el individuo, surge la necesidad de encontrar fuerzas de confirmación y serán lo que algunos denominan con el nombre de refuerzo; las fuerzas de confirmación tienen el propósito de acelerar, mantener o disminuir la energía y el trabajo que se realiza para el logro de los fines; se caracterizan porque surgen al calor del avance o del atraso en la ejecución de las acciones; se caracterizan por que miden el progreso de la acción implementada; se caracterizan porque suministran los elementos razonables y emocionales para auto regular y auto reconducir las acciones; estas fuerzas de confirmación pueden venir acompañadas de elementos tangibles y de elementos intangibles.
Por último, se encuentran las fuerzas de atracción, son las fuerzas que le informan al individuo que el logro del fin se encuentra cerca; se caracterizan porque poseen la dimensión material y extrínseca, propia de la premiación y de las recompensas. Entonces, tenemos fuerzas propulsivas, fuerzas de confirmación y fuerzas de atracción. No se puede soslayar la posibilidad de que un sujeto o individuo se encuentre positivamente afectado por los tres tipos de fuerzas, dada la naturaleza de su trabajo, los avances de las distintas tareas que desempeña en los cargos y funciones que presta a una determinada organización.
Encontrándose, en consecuencia, motivado por fuerzas propulsivas en una determinada acción, motivado por fuerzas de confirmación en otras diligencias y motivado por fuerzas de atracción por la consecución final o a punto de finalizar otras actividades. La motivación, es en consecuencia, un campo de fuerzas, si dicho campo no se genera, no habrá acción o movimiento para el logro de los fines. Se asemeja a la figura siguiente:
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